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El día 30 de enero celebramos el día escolar de la No-violencia y la Paz. Todo empezó hace cuarenta años cuando el poeta pacifista mallorquín, Llorenç Vidal, tuvo la idea de organizar en torno a la fecha conmemorativa del asesinato de Gandhi (en 1948), unas jornadas educativas para fomentar la convivencia entre niños y jóvenes.
Así es como cada 30 de enero, a través de las diversas actividades escolares, miles de niños y jóvenes pasaron a celebrar esta fecha, como forma de alcanzar y conquistar año a año un sueño: un mundo en el que sea posible la globalización de la libertad, de la justicia social y de los derechos humanos.

Día escolar de la No-violencia y la Paz

Los padres y madres tienen una gran responsabilidad: la de preparar a sus hijos/as para la vida, para que tomen conciencia de que ante la realidad de un mundo dominado por la destrucción, el terror, la guerra, la muerte, etc, tenemos que luchar por la conservación de unos valores que no representen amenazas al nuestro alrededor ni a los demás. Debemos direccionar los estímulos a un compromiso social, de paz y de fraternidad. Debemos educarles con mensajes de no-violencia, apoyada en la esperanza de la posibilidad de un mundo mejor. Recordemos que la no-violencia empieza en la familia, en casa, y que esta es la única forma de proteger a los niños. Como dijo Luther King, Si quieres la paz, prepara la paz.
Tampoco hace falta irnos muy lejos, por ejemplo, echemos mano del instrumento más poderoso del que disponemos: la inteligencia. Con la misma se pueden dar soluciones más razonables y justas para cada conflicto, evitando así sufrimientos humanos innecesarios e infames, pues como afirma Eulogio Díaz del Corral: las guerras las ganan los estados y las pierden los individuos.
El uso de la fuerza no es una obligación; incluso en el caso de la legítima defensa es un derecho y no una obligación. Hay que luchar para derrotar la violencia y a generar la paz. Merece la pena sembrar ideas de tolerancia, diálogo, solidaridad, de igualdad y paz, pues al sembrar siempre algo se recoge. Conviene que confiemos en las palabras de Gandhi, para el cual: La no violencia es una meta a la cual tiende, aunque sin saberlo, la humanidad entera.
Educar a los niños y a los jóvenes en las vivencias cotidianas de la no violencia, del diálogo, de la tolerancia , de la justicia, de la libertad y de la defensa activa de los derechos humanos sí son obligaciones morales que los profesores, pero también los padres y la sociedad entera, deberíamos exigirnos cada día del año y no solo el 30 de enero. La celebración de este día debe generar gestos de paz y de diálogo, que conciencien a profesores y a alumnos de la responsabilidad moral que todos los seres humanos tenemos de no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.

Proyecto de valores: Educación para la paz

La educación para la paz contribuye a crear entornos de aprendizaje de calidad, adaptados a las necesidades del niño, basados en el respeto a los derechos, las diferencias de género, la salud y la seguridad de los niños, su protección y la contribución positiva a su educación. Una educación de calidad inspirada en la paz produce alumnos bien alfabetizados, conocedores de la aritmética básica y de una adecuada preparación para la vida activa, como el pensamiento crítico, la capacidad de tomar decisiones, la comunicación, la negociación, la resolución de conflictos, la capacidad para hacerles frente y una actitud personal aplicable a contextos específicos, entre otros la construcción de la paz, la prevención de la violencia, la higiene y el saneamiento , las prácticas saludables y nutricionales, la prevención del VIH/SIDA y la protección medioambiental.
Para que crezca la fruta de la Paz debemos arar el suelo, debemos plantar la semilla y abonarla.
En la UNICEF, la educación para la paz se define como "un proceso de promoción del conocimiento, las capacidades, las actitudes y los valores necesarios para producir cambios de comportamiento que permitan a los niños, los jóvenes y los adultos prevenir los conflictos y la violencia, tanto la violencia evidente como la estructural; resolver conflictos de manera pacífica; y crear condiciones que conduzcan a la paz, tanto a escala interpersonal, como intergrupal, nacional o internacional."
La UNICEF sostiene que la educación para la paz tiene razón de ser en todas las sociedades, y no solo en aquellas que sufren conflictos armados o emergencias. Dado que el cambio duradero en los comportamientos de los niños y los adultos solo tiene lugar a largo plazo, una educación para la paz que sea efectiva es un proceso necesariamente largo, no una intervención puntual. Si bien se basa a menudo en la escuela y otros ambientes de aprendizaje, la educación para la paz debería idealmente implicar a la comunidad entera.

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